Cimavilla: El barrio de las esencias..
Una visita al barrio marinero de Gijón | Xixón
Barrio
gijonés enclavado en la ladera sur del Cerro de Santa Catalina (también llamado
La Atalaya), es un lugar por el que definitivamente merece la pena perderse. Es
la parte más antigua de la ciudad, el lugar en el que todo nació, no en vano,
es aquí donde pueden verse los restos de las viejas termas romanas (el Gijón romano
se llamó Civitas Gigia). antiguamente el lugar quedaba aislado con cada subida
de marea, por lo que fue una importante posición hasta que allá, por el siglo
XIV, la muralla quedó arruinada a resultas de la guerra acontecida entre
Enrique III, futuro primer Príncipe de Asturias y su tío Alfonso Enríquez,
Conde de Noreña y Gijón.
El
barrio de Cimavilla fué declarado Bien de Interés Cultural con categoría de
Conjunto Histórico el 20 de febrero de 1975 (BOE 21 de marzo de 1975).
Cimavilla
el barrio alto de Gijón, es testigo y protagonista de los acontecimientos
históricos más significativos de esta ciudad y guarda en sus calles monumentos
e historias personales, huellas imborrables de pescadores, cigarreras,
artesanos que aquí nacieron, vivieron y trabajaron. En definitiva, historias de
hombres y mujeres "playos", que es como se conoce a los nacidos en
este barrio. Si os parece vamos a hacer una visita al barrio de cimavilla para
empaparnos de su tipismo y su sabor marinero. Podemos empezar en la Plaza Mayor
presidida por el Ayuntamiento de Gijón, atravesando el arco de la zona oeste
nos encaminamos hacia la Plaza del Marques o de la Barquera, donde estuvo hasta
finales del siglo XIX, una capilla con ese nombre tan marinero. La plaza está
presidida por el Monumento al Infante Don Pelayo, erigido en 1891 como homenaje
al primer Rey de la Monarquía Asturiana y figura central del escudo de la
ciudad. En esta Plaza está ubicado el Palacio de Revillagigedo del siglo XVIII.
De apariencia medieval por sus torres almenadas, es en realidad, una ampliación
barroca que aprovechó la existencia de una torre del siglo XV.
Antigua propiedad de los marqueses
de San Esteban del Mar del Natahoyo (Condes de Revillagigedo), tiene adosada a
él la Colegiata de San Juan Bautista que sirve de escenario a numerosos
conciertos de música clásica a lo largo del año. El Palacio de Revillagigedo es
en la actualidad un Centro Internacional de Arte Contemporáneo y que cuenta con
un importante centro de documentación y biblioteca. Avanzamos por el paseo del
Puerto Deportivo dotado de unas instalaciones envidiables y bastante bien
cuidadas que lo han convertido en escala de numerosas regatas. Antes de llegar
al espigón que cierra el puerto nos encontramos en primer término el edificio
en madera de la antigua rula o Lonja del Pescado. La Rula era el centro de la
actividad económica del barrio y un lugar de encuentro excepcional, pues
pescadores, sardineras, comerciantes y un sin fin de curiosos, asistían
expectantes a la atractiva subasta. Cuando el viejo puerto marinero se
convirtió en el Puerto Deportivo actual, la actividad pesquera y la subasta del
pescado se trasladaron a las instalaciones del puerto de El Musel. Este
edificio es hoy un centro polivalente dependiente de la Junta del Puerto y
cuenta con una sala de exposiciones temporales.
Al final
del paseo está el espigón que cierra el puerto, cuando el mar bate con fuerza
es un espectáculo que no debemos perdernos pues las olas sobrepasan el muro de
contención. Subimos por la conocida Cuesta del Cholo (del que hablaremos en
otro post), y unos metros más adelante podemos admirar la Capilla de la Soledad
del s.XVII, sede espiritual del Gremio de Mareantes. Al final de la calle
Artillería está ubicada la vanguardista escultura Nordeste, realizada en hierro
cortén por Joaquín Vaquero Turcios. La escultura Nordeste simboliza el viento
más esperado en los veranos gijoneses, pues es el que empuja y barre las nubes
y asegura un día soleado. Subiendo en dirección al Cerro de Santa Catalina,
pasamos por lo que en su día fue un complejo militar artillero y en la
actualidad ha sido recuperado para el disfrute de los gijoneses y visitantes
que se animen con un paseo único. Un último esfuerzo por los caminos trazados
en el césped para llegar a lo alto de la colina y poder disfrutar de la
escultura del Elogio del Horizonte, obra de Chillida, nos iremos acercando
hasta el centro mismo de esta impresionante obra, lugar desde el que se oye el
mar por un efecto caracola.
Aunque el
vanguardismo de esta obra causó rechazo en un principio, la obra de Chillida se
ha convertido en parte indisoluble de la ciudad. Figura como logotipo y estampa
obligada de cualquier folleto, cartel, libro o pegatina que se refiera a Gijón.
Tomamos la senda que va paralela al mar y descendemos dejando atrás el Club
Astur de Regatas, club privado que disfruta de unas vistas envidiables de la
bahía de San Lorenzo. Cuando llegamos al final de la cuesta divisamos uno de
los lugares más reconocibles de la ciudad. Se trata de la Iglesia Mayor de San
Pedro de origen gótico y reconstruida en los años cuarenta. La Iglesia está
situada al fondo del espacio ajardinado conocido como Campo Valdés donde se
alza la estatua en honor del emperador César Augusto, recordando de esta manera
el pasado romano de la villa de Gijón. Fue durante muchos años la única iglesia
con la que contó la villa. En el centro del Campo Valdés, intuimos en el suelo
la trama de la muralla romana, una muralla que circundaba, a lo largo de 850 m.
de longitud el barrio en su parte baja,
y que en la siguiente plaza veremos parcialmente reconstruida.
Encontramos también a nuestra
derecha el Palacio de los Valdés que da nombre a la zona. Es un ejemplo de
palacio asturiano, construido en 1570 sobre los cimientos de la propia muralla,
con dos torres, un cuerpo central y una capilla en su extremo izquierdo. Sus
dependencias fueron en tiempos pasados residencia de esa familia, primer
asentamiento de la Fábrica de Tabacos a comienzos del siglo XIX y Aduana, siendo
en la actualidad un centro educativo. Desde la mencionada capilla, bajo la
advocación de la Virgen de Guadalupe, divisamos otra plaza en la que la
muralla, antes soterrada, se levanta rehecha en ladrillo con las primeras
hiladas, las originales, de piedra. Casi en el subsuelo del templo se
encuentran las Termas Romanas, un museo municipal que nos ofrecen una completa
visión del pasado romano de Gijón. Varios edificios cercanos nos llaman la
atención, la fachada principal de la Antigua Pescadería (actualmente alberga
dependencias municipales), la Torre de los Jove-Hevia y la Capilla de San
Lorenzo de Tierra, ambas del siglo XVII. En ésta última podemos comprobar en su
fachada pétrea los efectos ininterrumpidos de la erosión marina, siglo tras
siglo.
Nos
dirigimos hacia la vecina Plaza de Jovellanos, donde son varias construcciones
de interés que allí se congregan, ocupando una relevancia mayor el Museo Casa
Natal de Jovellanos. En sus
salas además de recuerdos jovellanistas, se guardan importantes muestras de la
pintura asturiana de los siglos XIX y XX, esculturas contemporáneas y se
organizan diversas exposiciones de carácter temporal a lo largo del año.
Destaca, en la segunda planta, el Retablo del Mar, obra en madera del escultor
ovetense Sebastián Miranda. Un primer Retablo realizado por Miranda en el año
1933 fue destruido durante la Guerra Civil y éste que podemos ver es una
versión del anterior, realizada por el propio autor en los años 70 y
considerado como su obra maestra. En él se ensalza la tradición pesquera y
marinera del barrio de Cimavilla al representar una escena habitual en el
barrio: la subasta del pescado en la rula o lonja local. Anexa a
esta casona, y formando parte de su estructura, está la Capilla de Nuestra
Señora de los Remedios, la cual alberga los restos mortales de Melchor Gaspar
de Jovellanos.
Salimos
del museo y en el edificio de enfrente nos encontramos con un establecimiento
hotelero que tiene el honor de haber sido la sede del Instituto de Naútica y
Mineralogía que fundó Jovellanos. Tomamos la Calle de los Remedios, y a nuestra
izquierda vemos una torre de tono rosáceo, es la Torre del Reloj que alzada
sobre las ruinas de una torre romana, fue cárcel del partido judicial de Gijón
hasta comienzos del siglo XX, posteriormente museo arqueológico, y en la
actualidad archivo municipal. Giramos a la derecha, por la Calle de Campo
Grande para así terminar nuestro paseo en la Plaza de Arturo Arias. Los vecinos
la conocen como la plaza la Tabacalera o el Campu les Monxes (Campo de las
Monjas), ya que el edificio de grandes proporciones que destaca en la plaza
fue, hasta su desamortización en el siglo XIX, convento de las Madres Agustinas
Recoletas, más tarde Fábrica de Tabacos. Esta
plaza, en el mismo corazón de Cimavilla, es uno de los lugares más populares
del barrio de pescadores. Alegre y colorista, este Campu les Monxes en ningún
momento ha perdido popularidad ni ha dejado de ser transitado.
Los
pescadores, las rederas trabajando al sol, las cigarreras y las mujeres que
acudían diariamente al lavadero que
había en la plaza, han dado paso a multitud de jóvenes que se reúnen en torno a
ella los fines de semana y días de verano, a disfrutar del sol, la sidra y de
la charla al aire libre.
Queda
pendiente el subir las imagenes que ilustrarán este post, es por un problema totalmente
ajeno a mi voluntad.
Jose González
Cilúrnigo_Gigia |Ocio y Cultura
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